Rubén
Rubén

Como todas las personas, he vivido momentos buenos y momentos malos, pero sin duda alguna, uno de los momentos más duros que he vivido, ha sido intentar no llorar al despedirme de mi hija de 2 años mientras me llevaban en una camilla de camino a un helicóptero para trasladarse a otro hospital.


No sabía que ese era sólo uno de los muchos momentos duros que viviríamos los siguientes meses.
Estaba embarazada de 27 semanas y parece que me había puesto de parto. En La Palma, la isla en la que vivo, no hay UCI neonatal, por lo que es necesario que te trasladen al hospital de referencia, que en éste caso es el HUC. ¡ Cómo impresiona que te suban en un helicóptero, acostada, en una camilla, con medicación, perfusores…!
¡Y también llegar volando al helipuerto, que se ve desde lo lejos, en lo alto del HUC!
Durante unos pocos días, con medicación y reposo, parecía que la situación era estable. Pensaba….»bueno, unas semanas aquí tranquilita y desde que llegué a la semana 35, de vuelta a casa, con mi niña»….nada, ¡más lejos de la realidad!
Después de unos días de atosiban, pesarios, reposo, etc…llegaron las contracciones…el corre corre…y un domingo de Julio y con anestesia general,  por la urgencia de la situación, nació Rubén. Me desperté y ya no tenía mi barriguita de 27 semanas, ni había un bebé mamando de mi teta….yo lloraba….me dormía…me tomaban las constantes…me despertaba…lloraba…me volvía a dormir…


No vi a mi bebé hasta el día siguiente por la tarde noche….era pequeño, muy pequeño, con ventilación, monitores, perfusores….yo no podía hablar, sólo llorar.
Otro momento muy duro, fue el día que me dieron el alta, salir por la puerta del hospital y ver cómo otras familias salían con su bebé en brazos y una sonrisa de oreja a oreja era muy doloroso.
Los primeros días de vida de un prematuro extremo, son cruciales; al tercero se puso muy malito, hubo que intubarlo y nos dijeron que tenía un ductus grave y que seguramente habría que operarlo, pero primero probarían con medicación, y sorprendentemente, con la medicación fue suficiente. Es un guerrero, Don Rubén, cómo lo llamaban.


10 días después de dar a luz…si se puede llamar así, por fin llegó el día de ir a buscar a Julia para que estuviera con nosotros en el piso de La Laguna, en el que estuvimos esos meses. Samuel voló a La Palma para recoger a nuestra niña, y volver con el coche en barco, con la mala suerte de que justo ese día que yo estaba sola en la UCIN, Rubén se puso muy malito, hacía muchas bradicardias, tenía una sepsis y había que hacerle una punción lumbar. ¡ Otro día duro!. Ese día una mujer se acercó a mí, era la mamá de una niña de un año y medio que había nacido de manera prematura, y acudía como voluntaria para dar apoyo a las familias, y fue ahí, al lado de los monitores pitando cómo locos, dónde conocí la maravillosa labor de APREMATE.

Y así pasaron 2 meses, entre apneas, bradicardias, sepsis, ductus, intubaciones, transfusiones….y más y más.
Realmente fue una experiencia muy dura porque queríamos estar con él en la UCIN, pero también queríamos estar con nuestra niña de 2 años que nos echaba de menos, pero tristemente su papá y yo no pudimos apenas estar juntos en la UCIN en esos duros momentos porque nos teníamos que turnar cada día para poder estar con los 2 peques.
Llegó el día de alta….¡ qué miedo !. Samuel y Julia habían ido una semana antes a casa, para preparar las cositas, ya que al nacer antes de tiempo, no teníamos nada listo. Ver la carita de Julia al conocer a su hermanito, después de oírlo nombrar durante tanto tiempo, no tenía precio.

Tras algún ingreso más y muchas revisiones que aún continúan, Rubén es un niño cariñoso e inquieto y Julia es una niña alegre y creativa, que como todos los hermanos del mundo, se adoran y se pelean a partes iguales.

Gracias Julia, por ponerlo tan fácil, y gracias Rubén, por ser tan fuerte y valiente.

Raquel y Samuel.

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